El gusto y el olfato son sentidos que funcionan desde el nacimiento. De hecho, el gusto comienza en el cuarto mes de embarazo, cuando el feto traga líquido amniótico, siendo capaz de reconocer cuando tiene un sabor más dulce, aumentando las succiones.
Un recién nacido puede diferenciar totalmente lo dulce, salado, agrio y amargo, ¿pero cómo, si el bebé sólo toma leche? ¡Es posible! La leche materna varía de sabor según los alimentos que haya consumido la madre.
Diversos estudios aseguran que cuando los bebés son alimentados con leche materna de mamás que comen una amplia variedad de comidas, son capaces de tolerar mejor la introducción de los alimentos a partir de los seis meses, reconociendo algunos sabores.
Los bebés en general prefieren lo dulce porque la lengua ocupa casi todo el espacio de la cavidad bucal, dejando así más expuesto los receptores de este sabor, y teniendo más escondidos los otros. A medida que va creciendo, irá aprendiendo y receptando el gusto de otros alimentos.
Además existe una tendencia natural a rechazar los alimentos amargos, como una medida de protección. Esto porque muchas sustancias tóxicas y venenosas tienen este sabor.
Por lo tanto, lo ideal es que la madre que amamanta coma con condimentos moderados, cebolla e incluso un poco de picor - a menos que existan contradicciones médicas- estimulando al bebé a ser un pequeño gourmet desde su nacimiento.
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