Cómo educar sin sexismo

Babytuto

17 de julio de 2015

Hoy, las nuevas tecnologías, permiten que las distancias y los tiempos sean reducidos y casi eliminados, lo cual posibilita conocer y acceder a formas culturales diversas. Es por ello que emergen discusiones y conocimientos que admiten repensar nuestro entorno, cuestionar nuestras formas tradicionales de ver y entender el mundo, y finalmente construir nuevos saberes. Esto enfrenta a nuestros niños y niñas a un nuevo mundo de posibilidades. Es así como también deben ser modificadas y adecuadas, las maneras de enseñar y criar a los infantes. Una de las grandes trasformaciones que emergen a propósito de los nuevos sentidos, tiene relación con la educación no sexista. ¿Qué quiere decir esto? Sencillo, pues que niños y niñas tienen los mismos derechos y deberes. Aunque puede sonar sencillo, hay muchos acuerdos y prácticas sociales basadas en el patriarcado, que violentan la infancia, y por lo tanto, no permiten ni favorecen, el crecimiento íntegro de los pequeños, pues restringen y limitan su desarrollo. Esto, lo podemos evidenciar por medio de millones de prácticas que se reproducen de manera automática. Dichos tales como: “Las niñas deben ser unas señoritas”, “Los niños no lloran”, “corres como una nena”, “no juegues con muñecas, es de niña”, “las niñas no juegan a la pelota, es muy violento”, dan cuenta de nuestros sentidos comunes basados en lo que se “debe ser” desde una mirada patriarcal y machista. Hoy sabemos que tanto hombres como mujeres son capaces de desenvolverse en el mundo de manera igualitaria, por lo tanto, debemos potenciar todas sus capacidades desde la infancia. Para eso, es necesario desmitificar los roles tradicionalmente asignados según género, los cuales históricamente remiten a la mujer al mundo privado (labores del hogar, emociones, sensibilidades, crianza, etc.) y a los hombre al mundo público (proveer el hogar, trabajar, defender, etc.). Lo anterior no implica que los hombres se conviertan en mujeres y las mujeres en hombres, sino que cada quien tenga la posibilidad de elegir y hacer lo que desee con total libertad, y por sobre todo, con el respeto, cariño y apoyo del otro. Entender que si bien hay diferencias físicas, las mayores barreras son sociales, pues no nos permiten desenvolvernos y tratarnos como seres humanos en igualdad de condiciones. Para esto, el rol de los padres y madres es fundamental, pues deben ejemplificar a sus hijos que no hay tareas específicas de mamá (además de amamantar) ni tareas de papá, sino que tanto hombres como mujeres pueden amar, enseñar y cuidar de igual manera. En este sentido, lo importante es el compromiso con el o la infante. Así también, es importante enseñar a relacionarse de igual a igual, sin restricciones de género, es decir, que una niña pueda jugar a la pelota si lo desea y un niño pueda llorar si tiene pena. Lo trascendente es otorgar desde pequeños, las mismas oportunidades y romper las barreras que nos impiden ser considerados semejantes. Asimismo, los juegos tienen un rol fundamental, pues reproducen las lógicas patriarcales, donde las niñas tradicionalmente serán lindas, coquetas y correctas, mientras que los niños serán ágiles, creativos y divertidos.  Esto trae brutales consecuencias, pues cuando no se cumplen dichos estereotipos, se es discriminado y agredido. Si una niña está más pendiente de ser bella y ordenada, su capacidad intelectual, creativa y habilidades físicas, evidentemente quedarán de lado. Asimismo, si un niño debe ser “macho”, activo e inteligente, abandona su lado afectivo y emocional (porque además se le es reprimido). Entonces, ¿Cómo podemos decir que crecen  de manera armónica si no se les permite ser ellos mismos? La violencia de género es algo que afecta a niños y niñas, y ante lo cual debemos actuar, en defensa no sólo de su infancia, sino de su vida completa, pues depende de las posibilidades y oportunidades que les otorguemos es que podrán ser, o no, sujetos plenos. Es por ello, que como padres y madres, debemos hacernos cargo de esta problemática, tratar y enseñar a nuestros niños y niñas de manera equitativa, no restar oportunidades y potenciar igualmente las habilidades. No violentemos a las niñas con estereotipos estéticos inalcanzables y no reprimamos a los niños de sus emociones.  Permitamos por medio del respeto y el amor, que cada uno pueda decidir con conocimiento y tolerancia al otro, de modo que no sea el género que por naturaleza tocó, una limitante para su pleno crecimiento. Enseñémosle a nuestros niños y niñas con amor y respeto que los colores no tienen sexo; que los juguetes son para todos y todas; que las princesas no son un modelo a seguir; que nadie debe ser violento ni agresivo; que todos podemos correr y jugar;  que preguntar y cuestionar es transversal; que tienen permitido llorar si sienten pena y angustia; que reír fuerte es algo maravilloso; y que todos y todas tenemos los mismos derechos y deberes. Otros temas que te podrían interesar: shutterstock_59018779

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