Educar con amor y firmeza ¿misión imposible?

Babytuto

17 de diciembre de 2014

Uno de los grandes temas que los papás traen a la consulta, es el de cómo poner límites a sus niños de una manera eficaz pero amigable, sin transformarse para ello en esclavos de los deseos de sus hijos, pero tampoco lograr la obediencia de ellos siendo unos tiranos. Hoy en día papás y mamás buscan poder educar e inculcar disciplina en sus niños(as) de una forma más cariñosa de lo que ellos vivieron con sus propios padres. Las nuevas generaciones quieren criar a sus niños sin ocupar la violencia física ni verbal. Quieren que sus hijos obedezcan desde el respeto y no desde el miedo. Estas intenciones tan loables y que hablan de padres muy conscientes y conectados con las necesidades de sus hijos(as), muchas veces se contraponen con la realidad y con las herramientas que poseemos para poder llevar a cabo esta linda tarea que es la crianza de nuestros niños. Y no es de extrañar que así sea si tomamos en consideración que hasta hace solo algunas décadas era completamente natural y hasta avalado por los sistemas de educación formal, el enseñar a través de castigos, golpes, amenazas, duchas frías, entre otras “eficaces” técnicas disciplinarias. Los nuevos papás tienen muy claro de que no quieren eso, pero carecen de referentes y de experiencias de vida para saber cómo hacerlo distinto. Y claro, es así como muchos caen en confundir la “crianza con respeto” con la permisividad extrema. Para aquellos papás que se encuentran en esta desafiante tarea de educar respetando y escuchando las necesidades de sus pequeños, quisiera decirles que es vital considerar la edad de nuestros hijos a la hora de pensar en disciplina. Cada etapa del desarrollo busca el cumplimiento de ciertos hitos, y en este sentido es importante que los papás guíen y eduquen alineados con las tareas que se espera que sus hijos desarrollen según la etapa en las que se encuentren. Es así como por ejemplo un papá extremadamente aprensivo y controlador con su hijo de 15 años, puede pensar que está siendo un papá presente y preocupado, cuando en realidad puede estar interfiriendo en la búsqueda de la identidad de ese niño, tan importante para un sano desarrollo de su autonomía. De esta manera, cada etapa presenta distintos desafíos para las mamás y papás que buscan disciplinar con amor, sobre todo los primeros años de crianza que es donde se sientan las bases de un apego seguro. Dada la importancia que tienen esos primeros años, es que me referiré exclusivamente a lo que ocurre en la etapa de los 0 a 4 años de edad.
  • Durante la Primera Infancia (niños de 0 a 2 años), es fundamental que los papás contengan emocional y físicamente a sus hijos(as). A esta edad no existe la manipulación de parte de los bebés, y toda demanda que nace de ellos responde a una necesidad genuina que debemos saber responder de forma oportuna y cariñosa. Obviamente lo anterior se debe hacer sopesando que lo que pide el niño(a) no atente contra la seguridad de él ni de nadie.
Ejemplo: si un bebé de 3 meses llora cada vez que lo sentamos en la silla del auto, no podemos dejar de usarla y llevarlo con nosotros adelante ya que en caso de un accidente podría resultar gravemente herido. Lo que sí podemos hacer es evitar subirlo al auto en los horarios en los que se encuentre con hambre y en momentos del día donde haya más tráfico y tardemos más en llegar a nuestro destino.
  • Luego durante la Segunda Infancia (niños de 2 a 4 años), aparecen las temidas pataletas y es aquí donde los papás muchas veces pierden el control y terminan gritando y castigando a sus hijitos. En esta etapa del desarrollo los niños se encuentran en un fuerte proceso de exploración del mundo y quieren expresar su voluntad a toda costa. Es aquí cuando los deseos de ellos se contraponen con las demandas de los padres y surgen los famosos berrinches.
Si queremos sortear esta difícil fase manejando con cariño y respeto estas disputas de “poder”, es fundamental que entendamos que una pataleta no es un acto que el niño haga voluntariamente contra nosotros, sino que es un desborde de emociones como rabia, enojo e incluso pena, que el niño no sabe aún como manejar y regular. Es por esto que como educadores, debemos enseñarle a modular y contener las emociones, y esto solo lo lograremos si somos capaces nosotros mismos de no perder el control y terminar haciendo una pataleta de adulto. Ejemplo: mamá e hija están en el supermercado realizando las compras semanales, la hija quiere una muñeca y frente a la negativa de la mamá por comprársela ella se tira al suelo y comienza a llorar y a gritar inconsolablemente. La mamá se pone nerviosa al ver que la gente las mira y sin ya saber que más hacer para controlar la situación, se agarra la cabeza de desesperación, le grita a su hija diciéndole que se pare de inmediato o sino la va a dejar sola allí y acto seguido toma el carro y se pierde por el pasillo de al lado. Si esto no es una pataleta de adulto, ¿qué otra cosa puede ser? ¿Con qué ejemplo le pide esa mamá a su hija que se controle y maneje su ira de forma regulada? ¿Se preguntó la mamá si tal vez lleva demasiado tiempo en el supermercado y su hija puede estar cansada? ¿Se preocupó de ir conversando con ella o se dedicó a hablar por celular con una amiga mientras echaba productos al carro? Muchas veces solo nos fijamos en las conductas que nos parece incorrectas de los niños, pero somos ciegos de las conductas que como adultos tenemos y que pueden propiciar y perpetuar dichas reacciones. Es clave para poder educar desde el cariño, estar constantemente viendo a nuestros hijos(as), no solo ver lo que les falta hacer y lo que deben cumplir, sino que mirar siempre sus necesidades y emociones, valorando sus fortalezas y respetando sus debilidades. Siendo papás conscientes y respetuosos criaremos niños y niñas con límites claros y sanos.  Otros temas que te podrían interesar:  Alejandra Platoni
  • Psicóloga Clínica Infanto Juvenil y Directora Allegra Red
pataletas

Compartir