Nació mi hijo... y ahora qué hago?
Babytuto
14 de junio de 2018
A la mayoría de las mamás y papás primerizos nos pasa que vemos la llegada a la casa como un tremendo desafío: cambiarle los pañales, hacerlo dormir, vestirlo, CONOCERNOS. ¿Cómo nos enfrentamos a este nuevo mundo de ser padres?
Las guaguas, por más pequeños e indefensos que sean, son seres humanos, con sus necesidades, intereses y preferencias, desde el momento en que nacen, incluso desde el vientre materno. Es por esto que como padres debemos aprender a interpretar lo que nuestro hijo o hija quiere o necesita. ¡Pero nadie dijo que fuera fácil!
La llegada a la casa después de la clínica u hospital implica siempre mucho amor, dedicación, calma y paciencia. Estos dos últimos son los más difíciles, ya que es muy fácil caer en la desesperación al no saber el porqué de un llanto o molestia de la guagua. Aquí es donde comienza esta vida en familia, el desafío, en el que cada uno debe poner lo mejor de sí para recibir a este nuevo o nueva integrante.
Ahora, a pesar de ser un tremendo desafío, como lo he denominado por el grado de dificultad, yo tengo mi punto de vista sobre la mejor manera de llevarlo y enfrentarlo (debo admitir que luego de dos meses recién me estoy dando cuenta de esto). Hay que disfrutar cada momento, pues esta es la principal herramienta para poder conocer a tu hijo/a; liberarse de la culpa, lo estás haciendo excelente, tu instinto te ha ido guiando de la mejor manera; tu guagua es así, no esperes nada de él o ella, ámalo así y atiende a todas sus necesidades de la mejor manera posible.
Sobre los últimos aspectos mencionados me quiero detener un poco, porque para llegar a entender esto debemos despojarnos de algunas imágenes preconcebidas que nos entrega la publicidad, otras mamás, lo que leemos en internet, entre otros. NINGUNA maternidad es igual a la otra, cada guagua es diferente, lo que no significa que las cosas sean mejor o peor. Debemos sacarnos de la cabeza a esa madre amamantando feliz, maquillada, con una guagua con un agarre perfecto, donde el papá está siempre disponible para hacer dormir a la guagua y luego ponerlo en su cuna para que despierte cada 3-4 horas a tomar su leche y así todos felices. Llegamos a la casa y con el pasar de los días nos damos cuenta que muchas veces nuestro hijo/a llora y no sabemos qué le pasa, a otros les cuesta lograr una lactancia bien establecida (en mi caso ha sido un largo camino), que sólo quiere brazos, no le gusta su cuna, no se da con nadie más que con la mamá, entre tantas otras cosas.
Entendamos que las guaguas nacen (el nacer ya implica un acto traumático lleno de cambios para ese ser indefenso) y pasan de estar contenidos en el útero a este inmenso mundo, por lo que es NORMAL que cada uno tenga su propio modo de adaptarse, ¿acaso cuando entraste al colegio viviste el mismo proceso que tus compañeros? NO, cada ser humano tiene su ritmo, su temperamento, su propio modo de enfrentar la vida. ¿Qué podemos aportarles como papás a nuestros hijos? Amor y contención, para que ese temperamento (que es lo que heredamos de nuestros papás) logre conjugarse de la mejor manera posible con el carácter (que es lo que educamos) para formar una personalidad. Si lo hacemos bien y atendemos correctamente a esas necesidades tendremos hijos felices, independientes, responsables, respetuosos, porque se sienten seguros y amados.
¿Cómo logré darme cuenta de todo esto? Leyendo a Carlos González, pediatra español que ayuda mucho a aceptarnos y avalarnos como padres y a comprender que cada familia es un mundo, que cada guagua es un ser humano diferente y que nosotros como papás, desde el día que nacen, debemos amarlos y contenerlos. Se los recomiendo al 100%, los hará sentirse seguros y felices de cómo lo están llevando.
Aquí les dejo una frase de Carlos González de su libro “Comer, amar, mamar”:
“Este libro parte de la base de que los niños son esencialmente buenos, de que sus necesidades afectivas son importantes y de que los padres les debemos cariño, respeto y atención” (González, C., 2009).
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Babytuto
14 de junio de 2018
A la mayoría de las mamás y papás primerizos nos pasa que vemos la llegada a la casa como un tremendo desafío: cambiarle los pañales, hacerlo dormir, vestirlo, CONOCERNOS. ¿Cómo nos enfrentamos a este nuevo mundo de ser padres?
Las guaguas, por más pequeños e indefensos que sean, son seres humanos, con sus necesidades, intereses y preferencias, desde el momento en que nacen, incluso desde el vientre materno. Es por esto que como padres debemos aprender a interpretar lo que nuestro hijo o hija quiere o necesita. ¡Pero nadie dijo que fuera fácil!
La llegada a la casa después de la clínica u hospital implica siempre mucho amor, dedicación, calma y paciencia. Estos dos últimos son los más difíciles, ya que es muy fácil caer en la desesperación al no saber el porqué de un llanto o molestia de la guagua. Aquí es donde comienza esta vida en familia, el desafío, en el que cada uno debe poner lo mejor de sí para recibir a este nuevo o nueva integrante.
Ahora, a pesar de ser un tremendo desafío, como lo he denominado por el grado de dificultad, yo tengo mi punto de vista sobre la mejor manera de llevarlo y enfrentarlo (debo admitir que luego de dos meses recién me estoy dando cuenta de esto). Hay que disfrutar cada momento, pues esta es la principal herramienta para poder conocer a tu hijo/a; liberarse de la culpa, lo estás haciendo excelente, tu instinto te ha ido guiando de la mejor manera; tu guagua es así, no esperes nada de él o ella, ámalo así y atiende a todas sus necesidades de la mejor manera posible.
Sobre los últimos aspectos mencionados me quiero detener un poco, porque para llegar a entender esto debemos despojarnos de algunas imágenes preconcebidas que nos entrega la publicidad, otras mamás, lo que leemos en internet, entre otros. NINGUNA maternidad es igual a la otra, cada guagua es diferente, lo que no significa que las cosas sean mejor o peor. Debemos sacarnos de la cabeza a esa madre amamantando feliz, maquillada, con una guagua con un agarre perfecto, donde el papá está siempre disponible para hacer dormir a la guagua y luego ponerlo en su cuna para que despierte cada 3-4 horas a tomar su leche y así todos felices. Llegamos a la casa y con el pasar de los días nos damos cuenta que muchas veces nuestro hijo/a llora y no sabemos qué le pasa, a otros les cuesta lograr una lactancia bien establecida (en mi caso ha sido un largo camino), que sólo quiere brazos, no le gusta su cuna, no se da con nadie más que con la mamá, entre tantas otras cosas.
Entendamos que las guaguas nacen (el nacer ya implica un acto traumático lleno de cambios para ese ser indefenso) y pasan de estar contenidos en el útero a este inmenso mundo, por lo que es NORMAL que cada uno tenga su propio modo de adaptarse, ¿acaso cuando entraste al colegio viviste el mismo proceso que tus compañeros? NO, cada ser humano tiene su ritmo, su temperamento, su propio modo de enfrentar la vida. ¿Qué podemos aportarles como papás a nuestros hijos? Amor y contención, para que ese temperamento (que es lo que heredamos de nuestros papás) logre conjugarse de la mejor manera posible con el carácter (que es lo que educamos) para formar una personalidad. Si lo hacemos bien y atendemos correctamente a esas necesidades tendremos hijos felices, independientes, responsables, respetuosos, porque se sienten seguros y amados.
¿Cómo logré darme cuenta de todo esto? Leyendo a Carlos González, pediatra español que ayuda mucho a aceptarnos y avalarnos como padres y a comprender que cada familia es un mundo, que cada guagua es un ser humano diferente y que nosotros como papás, desde el día que nacen, debemos amarlos y contenerlos. Se los recomiendo al 100%, los hará sentirse seguros y felices de cómo lo están llevando.
Aquí les dejo una frase de Carlos González de su libro “Comer, amar, mamar”:
“Este libro parte de la base de que los niños son esencialmente buenos, de que sus necesidades afectivas son importantes y de que los padres les debemos cariño, respeto y atención” (González, C., 2009).
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