Para partir las sesiones informativas sobre nacimientos y primeros cuidados que hacemos en Alumbra, siempre comenzamos preguntando a las parejas que esperan su hijo, cómo se imaginan sus nacimientos, cómo les gustaría que fuera. Los invitamos a imaginar, desear, hasta lo más mínimos detalles.
Es muy linda esta sesión, porque esas mamás y esos papás, sin tener mayor información que sus propios deseos, coinciden en las condiciones que quieren para el nacimiento de sus hijos. Hay variaciones, tonalidades dependiendo de sus gustos personales, pero el fondo siempre es el mismo.
¿Y qué quieren las madres y padres para el nacimiento de sus hijos? Quieren hijos y madres sanos, partos que sean seguros, sin complicaciones. Claro, eso es lo que queremos todos, pero siempre me llama la atención que la mayoría de la veces esto no sea lo primero que digan... ¿Padres irresponsables? ¿Tienen otras preferencias antes que la salud de sus propios hijos? Claro que no. Que no sean lo primero que digan, habla de la confianza que se aloja en alguna parte de ellos, la confianza en que el cuerpo de las mujeres está hecho para dar a luz, mujeres sanas que saben parir guaguas sanas. Y así lo indica la evidencia científica: las complicaciones en mujeres sanas, no debería superar el 10%[1]. Pero entonces, ¿qué es lo primero que piden los padres para el nacimiento de sus hijos? Lo primero que piden esos papás, es que quieren un ambiente tranquilo e íntimo. Los detalles de esa tranquilidad e intimidad, dependen de los gustos de cada pareja, pero siempre significa la posibilidad de estar acompañados por quien les de seguridad. Esa tranquilidad e intimidad que piden, se relaciona con "que no entre y salga gente", con que "no los interrumpan". Tiene que ver, con sentirse seguros, pero no observados. Los padres piden música tranquila, olores ricos. Desean poder comer y tomar agua según su necesidad. Piden un lugar tibio. En 1985 la OMS reunió sociólogos, matronas, obstetras, sicólogos, epidemiólogos, pediatras, economistas, administradores sanitarios y madres, todos estudiosos en el tema del nacimiento. La cita tuvo lugar en Fortaleza, Brasil y las conclusiones de esa reunión fueron publicados en The Lancet (Lancet 1985;2:436-437, connotada revista que publica los avances científicos sobre temas de salud. Los resultados de esa discusión son una lista de recomendaciones que resumiré a continuación)[2]:- Para el bienestar de la nueva madre, un miembro elegido de su familia debe tener libre acceso durante el parto y todo el periodo postnatal. Además, el equipo sanitario también debe prestar apoyo emocional.
- Las mujeres que dan a luz en una institución deben conservar su derecho a decidir sobre vestimenta (la suya y la del bebé), comida, destino de la placenta y otras prácticas culturalmente importantes.
- El recién nacido sano debe permanecer con la madre siempre que sea posible. La observación del recién nacido sano no justifica la separación de su madre.
- Debe recomendarse la lactancia inmediata, incluso antes de que la madre abandone la sala de partos.
- Algunos de los países con una menor mortalidad perinatal en el mundo tienen menos de un 10 % de cesáreas. No puede justificarse que ningún país tenga más de un 10-15 %.
- No hay pruebas de que después de una cesárea previa sea necesaria una nueva cesárea. Después de una cesárea debe recomendarse normalmente un parto vaginal, siempre que sea posible una intervención quirúrgica de emergen.
- No se recomienda ninguna intervención médica de rutina, tales como: monitoreo fetal continuo, rasurar el vello pubiano, uso de enema, episiotomía, administración de analgésicos o anestésicos, la ruptura artificial de membranas.
- No se recomienda colocar a la embarazada en posición dorsal de litotomía durante la dilatación y el expulsivo. Debe recomendarse caminar durante la dilatación, y cada mujer debe decidir libremente qué posición adoptar durante el expulsivo.
- La inducción del parto debe reservarse para indicaciones médicas específicas. Ninguna región debería tener más de un 10 % de inducciones.