Límites y roles
Babytuto
18 de noviembre de 2015
Hoy en día parece común escuchar en cada charla, reunión, escuela, o conversaciones entre madres, que los niños de hoy están incontrolables, que crecen mucho más rápido y se enfrentan a situaciones de violencia que antes no se veían, como el bullying escolar.
Si bien los roles en la familia han cambiado con el tiempo, haciéndose más horizontales y menos autoritarios. Establecer roles y límites con los niños sigue siendo fundamental para formar niños sanos que integren la responsabilidad de sus actos.
Silvia Langford, psicóloga chileno-británica, señala que existen tres estilos de parentalidad: el estilo “permisivo y buena onda” (queremos ser amigos de los hijos, no queremos decirles que no, por lo tanto vivimos negociando con ellos).
El estilo “sobreprotector o asistencialista” (no queremos que el niño se frustre o sufra por lo que nos anticipamos y resolvemos todos sus problemas y hacemos todo por ellos) y el estilo “autoritario o tirano” (imponemos las normas a través de gritos y amenazas). Esto puede funcionar como un círculo vicioso, en el que los padres transitan por estos tres estilos, en el que muchos padres quedan atrapados y que se relaciona con la forma en que son figuras de autoridad.
Para conseguir un punto de equilibrio, y no quedar atrapado en el intento, éstas son algunas de las cuestiones que pueden ayudarte a educar positivamente a tu hijo:
- Claridad en los límites, cuando marcas una regla, debe quedar clara, concisa para que no de lugar a confusiones. Una vez que asumes tu rol y marcas limites, se establece una estructura para el niño que genera un equilibrio en la relación. Este límite no puede estar condicionado al estado anímico del padre o madre, es inamovible
- Coherencia, tu comportamiento como adulto sirve como modelo a seguir. Por eso a la hora de establecer límites es fundamental ser convincente mediante buenas prácticas que los niños puedan “copiar”. Si le pides a tu hijo que no grite, asegúrate de que jamás te vea hacerlo. Si le pides que ordene sus juguetes, asegúrate de tener tus propias cosas ordenadas
- Aprender a manejar el “NO”, cada vez que le dices a tu hijo que no, entregas una señal de alerta, que intentará ser desafiada por el niño para comprobar por qué no puede hacerlo. Intenta dar una breve explicación, como “ te puedes hacer daño,” sin profundizar ni extenderte demasiado ya que la atención de los niños es muy corta. Enfócate en que tu tono de voz sea seguro y firme para que transmita preocupación y genere conciencia
- Habla en “ positivo”, es mejor reforzar conductas positivas antes que recriminar las negativas. De ese modo tu hijo comenzará a guardar un repertorio de conductas buenas que le harán sentirse seguro. Por otro lado, prueba a señalarle lo que es mejor que haga, por ejemplo “ habla bajo” en vez de “no grites”.
Ejerciendo un rol parental positivo, que aclare que en ti, tu hijo encuentra a un adulto que lo cuida y lo protege, le proporcionarás seguridad y confianza, que le permitirán controlarse solito y darse cuenta cuando comete un error.
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Límites y roles
Babytuto
18 de noviembre de 2015
Hoy en día parece común escuchar en cada charla, reunión, escuela, o conversaciones entre madres, que los niños de hoy están incontrolables, que crecen mucho más rápido y se enfrentan a situaciones de violencia que antes no se veían, como el bullying escolar.
Si bien los roles en la familia han cambiado con el tiempo, haciéndose más horizontales y menos autoritarios. Establecer roles y límites con los niños sigue siendo fundamental para formar niños sanos que integren la responsabilidad de sus actos.
Silvia Langford, psicóloga chileno-británica, señala que existen tres estilos de parentalidad: el estilo “permisivo y buena onda” (queremos ser amigos de los hijos, no queremos decirles que no, por lo tanto vivimos negociando con ellos).
El estilo “sobreprotector o asistencialista” (no queremos que el niño se frustre o sufra por lo que nos anticipamos y resolvemos todos sus problemas y hacemos todo por ellos) y el estilo “autoritario o tirano” (imponemos las normas a través de gritos y amenazas). Esto puede funcionar como un círculo vicioso, en el que los padres transitan por estos tres estilos, en el que muchos padres quedan atrapados y que se relaciona con la forma en que son figuras de autoridad.
Para conseguir un punto de equilibrio, y no quedar atrapado en el intento, éstas son algunas de las cuestiones que pueden ayudarte a educar positivamente a tu hijo:
- Claridad en los límites, cuando marcas una regla, debe quedar clara, concisa para que no de lugar a confusiones. Una vez que asumes tu rol y marcas limites, se establece una estructura para el niño que genera un equilibrio en la relación. Este límite no puede estar condicionado al estado anímico del padre o madre, es inamovible
- Coherencia, tu comportamiento como adulto sirve como modelo a seguir. Por eso a la hora de establecer límites es fundamental ser convincente mediante buenas prácticas que los niños puedan “copiar”. Si le pides a tu hijo que no grite, asegúrate de que jamás te vea hacerlo. Si le pides que ordene sus juguetes, asegúrate de tener tus propias cosas ordenadas
- Aprender a manejar el “NO”, cada vez que le dices a tu hijo que no, entregas una señal de alerta, que intentará ser desafiada por el niño para comprobar por qué no puede hacerlo. Intenta dar una breve explicación, como “ te puedes hacer daño,” sin profundizar ni extenderte demasiado ya que la atención de los niños es muy corta. Enfócate en que tu tono de voz sea seguro y firme para que transmita preocupación y genere conciencia
- Habla en “ positivo”, es mejor reforzar conductas positivas antes que recriminar las negativas. De ese modo tu hijo comenzará a guardar un repertorio de conductas buenas que le harán sentirse seguro. Por otro lado, prueba a señalarle lo que es mejor que haga, por ejemplo “ habla bajo” en vez de “no grites”.
Ejerciendo un rol parental positivo, que aclare que en ti, tu hijo encuentra a un adulto que lo cuida y lo protege, le proporcionarás seguridad y confianza, que le permitirán controlarse solito y darse cuenta cuando comete un error.
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