La impaciente: Partir de cero

Babytuto

10 de septiembre de 2014

Ayer el Pelao metió su ropa en una maleta y se fue. Nunca me imaginé que esto iba a pasar. Si me hubiesen preguntado si creía que iba a terminar así, créanme que me hubiese reído. Se llevó sus jeans y sus poleras y sus zapatillas y chalecos. Dejó la ropa de verano y sus muebles y su Playstation. Dejó sus vinilos. Dejó su ropa deportiva y esas zapatillas roñosas que tenía hace mil años. Dejó esas cosas chicas que compramos en los viajes, porque esas cosas también son mías. Yo me quedé con el Vaca. Me desperté hoy sintiendo que yo ya era otra persona. Todo ha pasado muy muy lento -tal vez llevamos meses, incluso años distanciándonos, preparándonos para este momento- y también ha sido muy rápido. Siempre es rápido cuando algo se termina definitivamente. Y también siempre es demasiado tarde: esto debería haber sido antes. Tomamos la decisión con la tranquilidad con la que se toman las buenas decisiones. Sabiendo que era lo correcto. Sé que les puede parecer poco sensato -yo misma he leído los posts, y si bien habían altos y bajos, no parecían ser tan tremendos-. Pero entiendan que también me reservé algunas cosas. Es una matemática poco precisa esta de tratar de definir si era predecible o no. Qué atroz. Ya lo echo de menos. ¿Cómo se empieza de nuevo? Qué pena dar explicaciones. No he querido ni contarle a mi mamá, porque sé que no entenderá y yo tendré que empezar a contar un montón de cosas de las que no quiero hablar porque no tengo ganas de recordarlas. Y qué voy a hacer con toda esa ropa de guagua y juguetes que mi familia me había empezado a pasar. Tantas cosas. Y la gente de la pega. Ay no. No hay un nombre para esto que nos pasó a mí y al Pelao. Es como "separarse", pero es más que eso. No estábamos casados, pero era un compromiso serio. Era una vida juntos. Nuestro proyecto se nos fue a la cresta. ¿A qué nos aferramos durante estos años? ¿Cómo puede ser que se termine? "No es justo", me repito una y otra vez. Suena súper infantil, pero no es justo: ¿por qué nos pasó a nosotros? ¿por qué a otros sí les funciona? No es falta de amor. Qué difícil explicarle a la gente que no es falta de amor. Te miran con incredulidad. Se supone que el amor todo lo puede. Bueno, les tengo novedades: el amor no es suficiente. Lo tendré que volver a ver porque tiene que llevarse sus cosas y porque se tienen infinitas conversaciones después de una relación tan larga. Eso es lo que se viene. Encuentros educados entre dos personas que una vez se quisieron mucho. Veo sus cosas en el departamento y me pongo a llorar. No se llevó el cepillo de dientes. No tengo por qué avisarle, ¿cierto? Pero tampoco puedo llegar y botarlo. Debería poder botarlo. El cepillo de dientes me preocupa. Hay que verle el lado humorístico. La impaciente partir de cero  

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