La impaciente: Impacto profundo

Babytuto

24 de septiembre de 2014

He hecho un tour citadino visitando a mis amigas que acaban de tener guagua. Sumando y restando, en mí círculo tengo: 3 amigas/conocidas con hijos de más de un año, 4 amigas-muy-amigas que acaban de tener guagua y 3 que están esperando. Entre esas 3 últimas está mi hermana. No sé si les había contado, pero mi hermana tiene una vida completamente opuesta a la mía y no es difícil deducir que eso es así porque somos también muy distintas la una de la otra… pero vamos por parte. Lo he visto todo. Ha sido chocante ver a esas mismas amigas con las que hasta hace un par de años carretéabamos sin que nada ni nadie nos importara, “living la vida loca”, transformadas en personas juiciosas, ultragenerosas, hiperatentas, autoconscientes y casi sin ego (hey, Buda: la clave era quedarse embarazada, no la meditación). Pero no fue así desde el principio. Durante las primeras semanas las vi perder la noción de sí mismas, convirtiéndose en entes que funcionan para la guagua y desde la guagua. Después las vi retormar la cordura y calmarse, disfrutando del momento que estaban viviendo. Ahora que las veo es como encontrarse con mini-Mujeres Maravilla: hiperpoderosas y autónomas, transmiten una paz tipo Madre-de-la-tierra-ancestral.  Así que sí, podría decirse que estoy un poco en estado de shock, porque las veo y me pregunto si eso de ellas -¿magia?, ¿maternidad hiperdesarrollada?- lo tendré yo también escondido en alguna parte. Si podré en algún momento olvidarme de mí y operar como ellas. Si podré abrazar un cambio de vida tan grande. Mi hermana está embarazada. Mi hermana también está casada. Hay una vida paralela que yo podría haber vivido y que ella tiene, y vice versa. Me sorprende mucho que nuestros caminos, en general, sean tan distintos (los mismos padres, la misma educación, el mismo colegio y...todo diferente). Creo que nunca dimensioné que nos encontraríamos en este punto: que existía la posibilidad de que ambas, en algún momento, quisiéramos ser mamás. Es tan loco. Y claro, la veo y pienso en el largo plazo: cómo se llevarán nuestros hijos, ¿seremos cercanos más adelante?, ¿los criaremos completamente distintos? Este tipo de preguntas, por básicas que parezcan, me obligan a pensar en el tiempo. En lo duradero. En planes y proyectos que había dejado de lado. Soy muy de vivir en el aquí y ahora -y un poquito en el pasado, sí, sí-, pero me cuesta toneladas empezar a proyectar hacia adelante: en parte porque siempre he querido tener una vía de escape fácil. Aprendí a vivir como si nada estuviese claro o definido y como si no fuese necesario, en realidad que lo estuviera...pero me doy cuenta que si quiero esto en serio, tengo que poder planificarme en serio también. Y eso, estimadas, eso, me da un poco de pánico. La Impaciente impacto profundo

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