La impaciente: Anatomía de una pelea
Babytuto
10 de septiembre de 2014
Ya, esto es lo que yo quisiera saber: ¿cómo puede ser que estemos dos semanas en pleno paraíso amoroso munchi-munchi-muack-muack y de un momento a otro entramos en apocalipsis mode on y quiero expulsar al Pelao por convivencia?
Siempre me he preguntado si soy yo -bien chispita-, si es el Pelao -que es como yo, pero multiplicado por 85-, si somos los dos juntos -la combinación es peligrosa- o si en verdad todas las parejas son así. Es rara la forma en que empiezan las peleas. Uno lo puede presentir. Se empiezan a formar mucho antes incluso de que haya algo sobre lo que pelear. Para mí las primeras señales de alarma aparecen cuando la gente me pregunta cómo estamos y yo digo "increíble". Y no es que no estemos increíble, pero algo se chacrea y como que uno puede sentir que se acerca la próxima (de la misma forma en uno huele a la distancia cuando alguien no es fanático del desodorante o la manera en que uno puede anticipar cuando su mamá anda de mal humor. Es como algo esotérico, casi).
Bueno, con el Pelao las peleas son así: está todo perfecto hasta que yo digo algo en broma que no se entiende como broma, o a él se le olvida hacer algo que yo le hice rejurar que hiciera, o no logramos decidir qué hacer juntos y empezamos a amurrarnos. Suena idiota, sí sé, pero la vida es un poquito idiota también. Y luego empezamos a discutir. Y después esa discusión se vuelve como "importante". O más bien "IMPORTANTE", con mayúsculas, porque alguien dice una cosita un poco más hiriente de lo normal y el otro se ofende y luego ya no hay vuelta atrás y esta pelea chica e insignificante es la pelea del siglo. ¿Ý saben cuánto dura? Esto es lo peor: no tiene un tiempo determinado, entonces estás con la guata apretada por horas, días. La pelea más larga que tuvimos nos llevó a terminar la última vez.
¿Cómo se desarma la pelea del siglo? ¿Quién pide perdón primero? ¿Cómo se hacen las paces sin perder? ¿Quién va a ser el maduro de la relación? ¿Cómo nos volvemos a tocar si estamos enrabiados?
No me gusta pelear, pero es como que uno entra en un contexto en que lo único que puede es ser desagradable con el otro. Y no es justo para nadie. Es doloroso. El Pelao me hace la ley del hielo. En serio. El otro día, como para recomponer las cosas cociné -yo no cocino- y no comió. Me dolió en el alma. No me habló tampoco hasta la mañana siguiente y cuando me habló me dijo "vuelvo en un rato", pero no me dijo ni a dónde iba ni si volvería. Y eso me mata. Yo también soy dura. Cuando yo estoy enojada le digo que desaparezca de mi vida (sí, sí, como teleserie venezolana, pero con menos silicona) y que no quiero ni escucharlo respirar. Armas habituales: él grita, yo lloro. Él me ignora, yo le pido que hablemos hasta que lo resolvamos, él se pone a leer, yo me pongo a escribir, él se whatsappea con los amigos (¿y amigas, desconocidas, extrañas? arggh), yo calculo el tiempo que he dedicado a esta relación y mi juventud perdida y todas esas tonteras.
Estamos peleados y no sé cómo salir de esto porque creo que yo tengo razón. Pero, ¿tener razón vale la pena? ¿Habría que plantearse darse un espacio? Tal vez los dos estamos un poco asustados. Trato de imaginarme mi vida sin el Pelao y me cuesta un montón porque lo adoro, pero también es heavy estar así. Es una montaña rusa emocional y no me gusta. Tírenme un flotador que me ahogo.
La impaciente
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La impaciente: Anatomía de una pelea
Babytuto
10 de septiembre de 2014
Ya, esto es lo que yo quisiera saber: ¿cómo puede ser que estemos dos semanas en pleno paraíso amoroso munchi-munchi-muack-muack y de un momento a otro entramos en apocalipsis mode on y quiero expulsar al Pelao por convivencia?
Siempre me he preguntado si soy yo -bien chispita-, si es el Pelao -que es como yo, pero multiplicado por 85-, si somos los dos juntos -la combinación es peligrosa- o si en verdad todas las parejas son así. Es rara la forma en que empiezan las peleas. Uno lo puede presentir. Se empiezan a formar mucho antes incluso de que haya algo sobre lo que pelear. Para mí las primeras señales de alarma aparecen cuando la gente me pregunta cómo estamos y yo digo "increíble". Y no es que no estemos increíble, pero algo se chacrea y como que uno puede sentir que se acerca la próxima (de la misma forma en uno huele a la distancia cuando alguien no es fanático del desodorante o la manera en que uno puede anticipar cuando su mamá anda de mal humor. Es como algo esotérico, casi).
Bueno, con el Pelao las peleas son así: está todo perfecto hasta que yo digo algo en broma que no se entiende como broma, o a él se le olvida hacer algo que yo le hice rejurar que hiciera, o no logramos decidir qué hacer juntos y empezamos a amurrarnos. Suena idiota, sí sé, pero la vida es un poquito idiota también. Y luego empezamos a discutir. Y después esa discusión se vuelve como "importante". O más bien "IMPORTANTE", con mayúsculas, porque alguien dice una cosita un poco más hiriente de lo normal y el otro se ofende y luego ya no hay vuelta atrás y esta pelea chica e insignificante es la pelea del siglo. ¿Ý saben cuánto dura? Esto es lo peor: no tiene un tiempo determinado, entonces estás con la guata apretada por horas, días. La pelea más larga que tuvimos nos llevó a terminar la última vez.
¿Cómo se desarma la pelea del siglo? ¿Quién pide perdón primero? ¿Cómo se hacen las paces sin perder? ¿Quién va a ser el maduro de la relación? ¿Cómo nos volvemos a tocar si estamos enrabiados?
No me gusta pelear, pero es como que uno entra en un contexto en que lo único que puede es ser desagradable con el otro. Y no es justo para nadie. Es doloroso. El Pelao me hace la ley del hielo. En serio. El otro día, como para recomponer las cosas cociné -yo no cocino- y no comió. Me dolió en el alma. No me habló tampoco hasta la mañana siguiente y cuando me habló me dijo "vuelvo en un rato", pero no me dijo ni a dónde iba ni si volvería. Y eso me mata. Yo también soy dura. Cuando yo estoy enojada le digo que desaparezca de mi vida (sí, sí, como teleserie venezolana, pero con menos silicona) y que no quiero ni escucharlo respirar. Armas habituales: él grita, yo lloro. Él me ignora, yo le pido que hablemos hasta que lo resolvamos, él se pone a leer, yo me pongo a escribir, él se whatsappea con los amigos (¿y amigas, desconocidas, extrañas? arggh), yo calculo el tiempo que he dedicado a esta relación y mi juventud perdida y todas esas tonteras.
Estamos peleados y no sé cómo salir de esto porque creo que yo tengo razón. Pero, ¿tener razón vale la pena? ¿Habría que plantearse darse un espacio? Tal vez los dos estamos un poco asustados. Trato de imaginarme mi vida sin el Pelao y me cuesta un montón porque lo adoro, pero también es heavy estar así. Es una montaña rusa emocional y no me gusta. Tírenme un flotador que me ahogo.
La impaciente
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