Hagamos nuestra propia película
Babytuto
24 de septiembre de 2014
El fin de semana puede ser un buen momento para recrearse con el cine, y si la intención es relajarse y desarrollar un espacio de intimidad, siempre recomiendo arrendar esos clásicos eróticos que armonizan perfectamente con una buena copa de vino, alguna delicatessen de nuestro maravilloso mar y, finalmente, con un trocito de chocolate.
¡Cómo olvidar aquellas escenas de sexo memorables! Esas caras de éxtasis, esos sudores, la delicadeza de esa caricia bajo el vientre o el espíritu salvaje y voraz de esa escena entre Juliette Binoche y Jeremy Irons en el piso, al pie de una escalera, con la angustia de ser descubiertos y el desenfreno en la piel.
Sin embargo, este no es el único cine erótico que usted puede encontrar. Está aquel que sin mediar argumento ni guión pasa a mostrar las más insólitas acrobacias -para mi gusto, un tanto burdas y bizarras-. Más allá de esta diferencia, las películas de corte erótico nos meten en la cabeza que el sexo puede ser maravilloso en cualquier lugar.
De hecho, nos han hecho creer que nada incomoda: todo en ellas resulta fácil, amoroso y explosivo, suave y salvaje a la vez. Da para pensar: ¿por qué no tratar de imitar lo observado para tener el mismo final gozoso?
Las escenas suspendidas en nuestro televisor nos motivan a intentarlo. Preparamos el escenario, conseguimos los ingredientes necesarios e invitamos a nuestra pareja a intentar el desafío, pero...
- No obtenemos el resultado que la protagonista sí consigue. Unos cuantos minutos de penetración no logran llevarnos a tocar el cielo ni a entusiasmarnos con seguir.
- La escena con la mesa y ambos a medio vestir -ella con la falda arriba y él con los pantalones a media rodilla- en la que se apoyan las nalgas y se está lista para la penetración genera más bien incomodidad y no permite sentir ningún tipo de placer. Uno se pregunta entonces ¿por qué la protagonista de la película tiene esa cara de felicidad en cualquier lugar (sobre unos platos sucios, en un ascensor, revolcándose en la playa o mientras le rompen las olas en la espalda) y por qué yo no?
- Si bien él puede estar motivado para imitar al guapo musculoso y se pone una camisa ajustada a medio abrir, uno no logra mirarlo como objeto sexual porque en muchos casos no le va, él no suda como el protagonista y definitivamente nuestros cuerpos presentan una diferencia notoria con aquellos cuerpos tersos, bellos y perfectos que se agitan en nuestro televisor.
Definitivamente la realidad parece más compleja que el guión de una película. Anhelar lo que se ve en televisión o en el cine puede terminar frustrando a quien no tiene ganas todas las noches, a quien no es capaz de tener cuatro orgasmos al día, o a quien no puede controlar su eyaculación después del minuto y medio.
La actividad sexual no es un área de producción de escenas, de posturas, de orgasmos, de coitos. El cine o un buen libro erótico puede ayudarnos a entrar en calor, puede activarnos y puede disponernos al juego, pero si esperamos conseguir una vida sexual satisfactoria la solución no está en las películas. No debemos olvidar que cada persona y pareja tiene sus gustos y preferencias, de manera que no todos los lugares pueden resultar propicios para un rico momento íntimo. Y finalmente, lo cierto es que en la intimidad no siempre nos vemos bellos o tenemos una sonrisa en la cara en todo momento.
¡Al diablo con el modelito, el cuerpo bello, el pene grande, el orgasmo quejumbroso o las sábanas de seda! Lo importante es trabajar en la actitud, en el estado de disposición a tener contacto íntimo, en sentirnos sensuales y dispuestos a pasar un rato agradable, gozoso. En ese estado las redondeces del cuerpo, las ojeras, la cama de siempre o las patitas heladas, no importan.
Si somos capaces de tomar distancia de lo que vemos en las revistas y películas y lo consideramos en su justa medida tan solo como un motivador de deseo, puede ser que sirva de materia prima para la fantasía sexual. Es decir, para facilitar la activación del deseo no en términos de exigencias, sino como el formato sobre el cual cada uno escribe su propio libreto.
Sexo y mujer
Renata Ortega - Terapeuta sexual y de pareja
Centro Meridiano - Medicina china para la salud de la mujer
www.centromeridiano.cl
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Hagamos nuestra propia película
Babytuto
24 de septiembre de 2014
El fin de semana puede ser un buen momento para recrearse con el cine, y si la intención es relajarse y desarrollar un espacio de intimidad, siempre recomiendo arrendar esos clásicos eróticos que armonizan perfectamente con una buena copa de vino, alguna delicatessen de nuestro maravilloso mar y, finalmente, con un trocito de chocolate.
¡Cómo olvidar aquellas escenas de sexo memorables! Esas caras de éxtasis, esos sudores, la delicadeza de esa caricia bajo el vientre o el espíritu salvaje y voraz de esa escena entre Juliette Binoche y Jeremy Irons en el piso, al pie de una escalera, con la angustia de ser descubiertos y el desenfreno en la piel.
Sin embargo, este no es el único cine erótico que usted puede encontrar. Está aquel que sin mediar argumento ni guión pasa a mostrar las más insólitas acrobacias -para mi gusto, un tanto burdas y bizarras-. Más allá de esta diferencia, las películas de corte erótico nos meten en la cabeza que el sexo puede ser maravilloso en cualquier lugar.
De hecho, nos han hecho creer que nada incomoda: todo en ellas resulta fácil, amoroso y explosivo, suave y salvaje a la vez. Da para pensar: ¿por qué no tratar de imitar lo observado para tener el mismo final gozoso?
Las escenas suspendidas en nuestro televisor nos motivan a intentarlo. Preparamos el escenario, conseguimos los ingredientes necesarios e invitamos a nuestra pareja a intentar el desafío, pero...
- No obtenemos el resultado que la protagonista sí consigue. Unos cuantos minutos de penetración no logran llevarnos a tocar el cielo ni a entusiasmarnos con seguir.
- La escena con la mesa y ambos a medio vestir -ella con la falda arriba y él con los pantalones a media rodilla- en la que se apoyan las nalgas y se está lista para la penetración genera más bien incomodidad y no permite sentir ningún tipo de placer. Uno se pregunta entonces ¿por qué la protagonista de la película tiene esa cara de felicidad en cualquier lugar (sobre unos platos sucios, en un ascensor, revolcándose en la playa o mientras le rompen las olas en la espalda) y por qué yo no?
- Si bien él puede estar motivado para imitar al guapo musculoso y se pone una camisa ajustada a medio abrir, uno no logra mirarlo como objeto sexual porque en muchos casos no le va, él no suda como el protagonista y definitivamente nuestros cuerpos presentan una diferencia notoria con aquellos cuerpos tersos, bellos y perfectos que se agitan en nuestro televisor.
Definitivamente la realidad parece más compleja que el guión de una película. Anhelar lo que se ve en televisión o en el cine puede terminar frustrando a quien no tiene ganas todas las noches, a quien no es capaz de tener cuatro orgasmos al día, o a quien no puede controlar su eyaculación después del minuto y medio.
La actividad sexual no es un área de producción de escenas, de posturas, de orgasmos, de coitos. El cine o un buen libro erótico puede ayudarnos a entrar en calor, puede activarnos y puede disponernos al juego, pero si esperamos conseguir una vida sexual satisfactoria la solución no está en las películas. No debemos olvidar que cada persona y pareja tiene sus gustos y preferencias, de manera que no todos los lugares pueden resultar propicios para un rico momento íntimo. Y finalmente, lo cierto es que en la intimidad no siempre nos vemos bellos o tenemos una sonrisa en la cara en todo momento.
¡Al diablo con el modelito, el cuerpo bello, el pene grande, el orgasmo quejumbroso o las sábanas de seda! Lo importante es trabajar en la actitud, en el estado de disposición a tener contacto íntimo, en sentirnos sensuales y dispuestos a pasar un rato agradable, gozoso. En ese estado las redondeces del cuerpo, las ojeras, la cama de siempre o las patitas heladas, no importan.
Si somos capaces de tomar distancia de lo que vemos en las revistas y películas y lo consideramos en su justa medida tan solo como un motivador de deseo, puede ser que sirva de materia prima para la fantasía sexual. Es decir, para facilitar la activación del deseo no en términos de exigencias, sino como el formato sobre el cual cada uno escribe su propio libreto.
Sexo y mujer
Renata Ortega - Terapeuta sexual y de pareja
Centro Meridiano - Medicina china para la salud de la mujer
www.centromeridiano.cl
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