El orgasmo femenino
Babytuto
24 de septiembre de 2014
El orgasmo, en términos fisiológicos, corresponde a la tercera fase de la respuesta sexual humana, posterior al deseo y la excitación. Desde este punto de vista, el orgasmo no es más que un reflejo, aunque desde la vivencia sea experimentado como “el triunfo de los amantes”.
Para las mujeres, según sus relatos, el orgasmo se homologa a “perder la cabeza”, subir una cumbre desde donde “se mira el paraíso” o “caer en un precipicio hacia un bello mar celeste”, por nombrar algunas descripciones frecuentes. Lo cierto es que, como vivencia, el orgasmo es difícilmente explicable, más aún si se toma en cuenta su diversidad, tanto entre mujeres como entre un encuentro sexual y otro.
Como todo reflejo, este se activa en una secuencia particular y específica: ante un estímulo sobre el clítoris con un ritmo y una intensidad particular para cada mujer, se producen contracciones de los músculos perivaginales y perianales, las que son vividas como intensamente placenteras. La decodificación de satisfacción la realiza el cerebro, por lo cual, la capacidad de alcanzar el orgasmo en las mujeres está generalmente influida por procesos emocionales y cognitivos.
La preocupación por la ausencia del orgasmo femenino comenzó a visibilizarse cuando las mujeres comenzaron a reivindicar su derecho al placer. En otras épocas no era un problema no tenerlo, dado que la actividad sexual femenina estaba directamente relacionada con la reproducción, para la cual el orgasmo nunca ha sido necesario.
Actualmente la posibilidad de alcanzar el orgasmo ocupa un lugar muy valorizado no solo entre nosotras, sino que también aparece como una preocupación de los hombres frente a la imposibilidad de producir satisfacción sexual en sus compañeras. Su ausencia suele producir frustración, depresión, baja autoestima y sufrimiento en la mujer que no lo logra, así como vivencias de desvalorización masculina en su pareja.
Aún cuando el orgasmo es un reflejo que puede ser fácilmente gatillado, no resulta una tarea fácil. Por un lado requiere de una estimulación rica, variada y continua sobre nuestra vulva, clítoris y entrada vaginal, pero por sobre todo requiere del permiso que nuestra cabeza nos otorgue para dejar de lado el control, validar nuestro derecho al placer y exculparnos -cosa rara en las mujeres- por brindarnos un espacio de placer personal y único.
Es importante que las mujeres comencemos a validar las mil maneras que tenemos de alcanzar nuestro orgasmo, sin supeditarlo únicamente a una aburrida penetración. Puede ser útil enfatizar que:
- La estimulación directa de los genitales, acompañada de una buena lubricación, será el terreno más fértil para un orgasmo.
- El frote de nuestros genitales sobre cualquier parte del cuerpo de nuestro amante también es una estrategia fructífera.
- Nosotras sabemos el ritmo que queremos o necesitamos, así que comencemos a guiar ese movimiento, su intensidad y su cualidad, de manera de aliviar a nuestro compañero del rol de gestor de nuestros orgasmos.
La responsabilidad del orgasmo femenino es de las mujeres. Nuestras parejas podrán acompañarnos, apoyarnos y ser unos buenos amantes en la medida que nosotras tengamos una participación protagónica en la búsqueda del placer sexual.
Sexo y mujer
Renata Ortega - Terapeuta sexual y de pareja
Centro Meridiano - Medicina china para la salud de la mujer
www.centromeridiano.cl
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El orgasmo femenino
Babytuto
24 de septiembre de 2014
El orgasmo, en términos fisiológicos, corresponde a la tercera fase de la respuesta sexual humana, posterior al deseo y la excitación. Desde este punto de vista, el orgasmo no es más que un reflejo, aunque desde la vivencia sea experimentado como “el triunfo de los amantes”.
Para las mujeres, según sus relatos, el orgasmo se homologa a “perder la cabeza”, subir una cumbre desde donde “se mira el paraíso” o “caer en un precipicio hacia un bello mar celeste”, por nombrar algunas descripciones frecuentes. Lo cierto es que, como vivencia, el orgasmo es difícilmente explicable, más aún si se toma en cuenta su diversidad, tanto entre mujeres como entre un encuentro sexual y otro.
Como todo reflejo, este se activa en una secuencia particular y específica: ante un estímulo sobre el clítoris con un ritmo y una intensidad particular para cada mujer, se producen contracciones de los músculos perivaginales y perianales, las que son vividas como intensamente placenteras. La decodificación de satisfacción la realiza el cerebro, por lo cual, la capacidad de alcanzar el orgasmo en las mujeres está generalmente influida por procesos emocionales y cognitivos.
La preocupación por la ausencia del orgasmo femenino comenzó a visibilizarse cuando las mujeres comenzaron a reivindicar su derecho al placer. En otras épocas no era un problema no tenerlo, dado que la actividad sexual femenina estaba directamente relacionada con la reproducción, para la cual el orgasmo nunca ha sido necesario.
Actualmente la posibilidad de alcanzar el orgasmo ocupa un lugar muy valorizado no solo entre nosotras, sino que también aparece como una preocupación de los hombres frente a la imposibilidad de producir satisfacción sexual en sus compañeras. Su ausencia suele producir frustración, depresión, baja autoestima y sufrimiento en la mujer que no lo logra, así como vivencias de desvalorización masculina en su pareja.
Aún cuando el orgasmo es un reflejo que puede ser fácilmente gatillado, no resulta una tarea fácil. Por un lado requiere de una estimulación rica, variada y continua sobre nuestra vulva, clítoris y entrada vaginal, pero por sobre todo requiere del permiso que nuestra cabeza nos otorgue para dejar de lado el control, validar nuestro derecho al placer y exculparnos -cosa rara en las mujeres- por brindarnos un espacio de placer personal y único.
Es importante que las mujeres comencemos a validar las mil maneras que tenemos de alcanzar nuestro orgasmo, sin supeditarlo únicamente a una aburrida penetración. Puede ser útil enfatizar que:
- La estimulación directa de los genitales, acompañada de una buena lubricación, será el terreno más fértil para un orgasmo.
- El frote de nuestros genitales sobre cualquier parte del cuerpo de nuestro amante también es una estrategia fructífera.
- Nosotras sabemos el ritmo que queremos o necesitamos, así que comencemos a guiar ese movimiento, su intensidad y su cualidad, de manera de aliviar a nuestro compañero del rol de gestor de nuestros orgasmos.
La responsabilidad del orgasmo femenino es de las mujeres. Nuestras parejas podrán acompañarnos, apoyarnos y ser unos buenos amantes en la medida que nosotras tengamos una participación protagónica en la búsqueda del placer sexual.
Sexo y mujer
Renata Ortega - Terapeuta sexual y de pareja
Centro Meridiano - Medicina china para la salud de la mujer
www.centromeridiano.cl
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