Durante los primeros meses de vida los bebés generalmente presentan varios episodios que asustan a los padres, como cólicos o llantos repentinos que a veces son difíciles de controlar.
El pediatra debe ser un profesional que acompañe a los padres en este proceso, orientándolos cuando tengan dudas y explicándoles cuándo acudir a él.
Algunos de los síntomas que requieren de una visita al pediatra son:
- Fiebre: si un bebé tiene más de 38 grados de temperatura lo ideal es contactar al pediatra para que agende una visita o recomiende algún medicamento para controlar la fiebre
- Temperamento: los bebés se ponen más decaidos cuando se sienten mal o están enfermos. Si tienen menos ganas de comer y jugar, lo ideal es llamar al pediatra para que entregue pautas de observación
- Llantos repentinos: si un bebé comienza a llorar sin motivo o más de lo habitual y cuesta mucho calmarlo también se debe estar atento y comentárselo al pediatra para que evalúe su estado
- Cambios de apetito: si un bebé pierde el interés en la lactancia materna o en la alimentación probablemente este enfermo. En general, los bebés dejan de comer cuando se sienten mal, por lo que es mejor contactar inmediatamente al pediatra
- Deposiciones diferentes: si los bebés tienen disposiciones muy acuosas es mejor coménteselo al pediatra. En este caso es importante hidratarlos constantemente con leche o jugos si es que ya está en edad para ello
- Dificultad para respirar: si les cuesta respirar o se les hunden las costillas hay que llamar inmediatamente al pediatra para que evalué al bebé y entregue medicamentos aptos para ese estado
Los papás deben seguir su instinto, y si ven un comportamiento que sea fuera de lo común, lo mejor es acudir inmediatamente al pediatra.
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