Durante el invierno es más común que los niños contraigan resfríos y otras enfermedades infecciosas. La amigdalitis puede ser una de ellas, y ocurre por la inflamación de las amígdalas.
La causa puede ser viral o bacteriana, y dependiendo de eso dependerá el tratamiento que el médico le dé al niño.
Los síntomas que pueden dar indicios de que un niño ha contraído amigdalitis, dificultad para tragar (especialmente alimentos sólidos), dolor de oídos, fiebre, escalofríos, dolor de cabeza, dolor de garganta (por más de 48 horas), y sensibilidad en mandíbula-garganta, son algunos de los síntomas.
Sí es de origen viral, el cuerpo intentará eliminar la infección solo. Si se trata de una bacteria, el pediatra recetará antibióticos. Es bueno que el niño se alimente con comida suave y que no esté caliente, ojalá papillas, también debe beber abundante líquido, ojalá helado. Una alimentación saludable será primordial para una pronta recuperación.
El pronóstico es de una recuperación de 3 a 4 días luego de haber iniciado el tratamiento con antibióticos. Si el niño padece amigdalitis frecuentemente (entre 5 a 7 veces por mes), seguramente el médico le recomendará a los padres que se someta a una operación para extirparle las amígdalas.
Los papás deben recordar que la amigdalitis es una enfermedad contagiosa, y por lo tanto se puede prevenir.
Se contagia a través de las secreciones de la nariz y garganta, y por eso mismo es recomendable mantener los utensilios que ocupe el niño separados, para luego lavarlos bien con agua caliente y jabón.
Lo mismo con el cepillo de dientes, el que debe ser descartado luego que se le diagnostique la enfermedad.
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Se contagia a través de las secreciones de la nariz y garganta, y por eso mismo es recomendable mantener los utensilios que ocupe el niño separados, para luego lavarlos bien con agua caliente y jabón.
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