¿Amigos o rivales? La llegada de un nuevo hermano
Babytuto
18 de mayo de 2016
La llegada de un nuevo integrante a la familia debe ser uno de los momentos más felices que se viven a nivel familiar. Todos esperan ansiosos la llegada de este nuevo miembro y a medida que avanzan los meses, comienzan a preparar su llegada. Sin duda que esta espera se llena de ilusiones y fantasías acerca de cómo será esta nueva personita, a quien se parecerá, que gustos tendrá, entre otras cosas.
Pero, ¿alguien se ha puesto a pensar en qué ocurre en la mente del hasta entonces “hermano menor”, quien dentro de nueve meses se transformará en el hermano mayor y comenzará a ser tratado como tal? Pues bien, les aseguro que para este “futuro hermano mayor” los cambios serán bastantes drásticos. Insisto, drásticos lo que no es sinónimo de negativos, al contrario, podemos hacer de esta llegada el inicio de una relación fraterna armoniosa y placentera para ambos.
Dependiendo de la edad que posea este “futuro hermano mayor”, será la forma en que afrontará la llegada de este nuevo integrante, por lo que es de suma importancia tengamos en consideración en qué etapa del desarrollo se encuentra para ayudarlo a comprender de mejor forma la llegada de su hermano/a. No será lo mismo un “hermano mayor de 2 años, aún sin escolarizar, que uno de 5 o bien un preadolescente, ya que cada uno se encuentra en etapas del desarrollo distintas, con necesidades únicas y con formas de vivir el mundo que los rodea con diferentes grados de autonomía.
Ahora bien, sin profundizar en esto último, cabe destacar, que independiente de la diferencia de edad que posean, es importante hacerlos partícipe de esta espera y futura bienvenida, de modo que comiencen a vivenciar y fantasear con este pequeño nuevo ser. En este sentido, será importante, si la edad así lo permite, indagar sobre sus fantasías en relación a su nuevo hermano/a “¿Cómo se lo imaginan?, ¿Qué nombre le gustaría ponerle?, ¿Qué juguetes cree serán sus preferidos?, ¿A quién se parecerá”?, entre otros. Es decir validar su opinión en relación a este nuevo integrante. De esta forma ya lo estaremos incluyendo en esta nueva configuración familiar de manera constructiva y no como un rival que viene a quitarle su espacio.
Ahora bien, una vez que ocurre la llegada de este nuevo ser, comienzan a ocurrir los cambios. Paulatinamente, los padres, quienes anterior a su llegada, dedicaban la mayor parte del tiempo a su hijo “mayor” ahora tendrán que compartirlo. A nivel del pensamiento del niño entonces “los padres ya no son exclusivamente suyos, por lo que no están disponibles 100%”, lo que se puede convertir en un gran problema si es que no lo abordamos a tiempo.
En consulta, muchos padres llegan preocupados por lo que ellos denominan la “rivalidad” que existe entre los hermanos, quienes presentan un comportamiento bastante poco fraterno.
Antes de profundizar en la rivalidad fraterna como tal, es importante que logremos comprender el rol que ocupa un hermano en la vida de cada uno de nosotros. Volviendo a los inicios, la relación con nuestros hermanos será en muchos casos la primera instancia de sociabilización que tengamos con otro. Sabemos que los tiempos, la dedicación y nuestra rutina como padres se verá afectada cuando pasemos de uno a dos hijos o de dos a tres y así sucesivamente.
Aun cuando hayamos incorporado en la llegada de este nuevo integrante al ahora llamado “hermano mayor”, pudiesen presentarse una serie de conductas que sean un llamado de atención de que algo está ocurriendo entre ellos. En algunos casos, es esperable que existen algunas regresiones de parte de este hermano mayor frente al nacimiento de su hermano pequeño. La pérdida del control de esfínter, se encuentra dentro de las conductas regresivas más esperables considerándose una situación pasajera de adaptación a este nuevo integrante.
Ahora bien, cuando los pequeños comienzan a crecer, comienzan también a competir, lo que en algunos casos deja de ser una competencia “sana” y se torna bastante agresiva. Aunque parezca extraño, la rivalidad menos problemática es aquella que en algunos casos más alarma a los padres, me refiero a la agresión física que se produce entre los hermanos. Subrayo que resulta menos problemática que otro tipo de rivalidad, ya que en ésta al adquirir los niños mayores competencias y destrezas físicas, querrán imponerse sobre el otro, demostrando su dominio. Lo que si bien hay que mantener al límite, no hay que sobre-alarmarse ya que como comente anteriormente será con nuestros hermanos con quienes aprenderemos nuestras primeras normas de sociabilización. Aprenderemos por ende a compartir, perdonar, ceder, perder, ganar, etc. Es necesario entonces permitir momentos de discordia entre ellos, procurando ayudarlos a resolver de la mejor forma posible sus diferencias, sin que existan “preferidos o menos culpables”.
Hago énfasis en este último punto, ya que muchas veces los “hermanos mayores” son fuertemente reprendidos por sus padres, aludiendo a que ellos son grandes y no deben pelear con sus hermanos menores. Pero en muchos casos olvidamos que ellos también pueden haber sentirse pasados a llevar por los más pequeños, por lo que es importante mostrarse imparciales ante el conflicto, actuando como mediador y no exclusivamente en defensa de alguno de ellos.
Simplemente y a modo de introducción para un próximo capítulo, les comento que me parece de mayor relevancia, aquella rivalidad en donde el otro es anulado, es decir, en donde el hermano mayor rompe o corta el lazo con el más pequeño.
“Ignorándolo”, haciendo como que no existiera. En este caso, si estaríamos presente frente a una rivalidad más compleja, ya a nivel psicológico implica la necesidad del hermano mayor de “sacarlo de su mente” para continuar con su rutina, lo que a la larga le traerá una serie de conflictos por no saber compartir su espacio, su tiempo e incluso sus frustraciones. Este tipo de rivalidad sin duda nos alarma sobre el espacio que ocupa este hermano en la mente de sus padres y en como esto es vivenciado por el hermano más grande.
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Babytuto
18 de mayo de 2016
La llegada de un nuevo integrante a la familia debe ser uno de los momentos más felices que se viven a nivel familiar. Todos esperan ansiosos la llegada de este nuevo miembro y a medida que avanzan los meses, comienzan a preparar su llegada. Sin duda que esta espera se llena de ilusiones y fantasías acerca de cómo será esta nueva personita, a quien se parecerá, que gustos tendrá, entre otras cosas.
Pero, ¿alguien se ha puesto a pensar en qué ocurre en la mente del hasta entonces “hermano menor”, quien dentro de nueve meses se transformará en el hermano mayor y comenzará a ser tratado como tal? Pues bien, les aseguro que para este “futuro hermano mayor” los cambios serán bastantes drásticos. Insisto, drásticos lo que no es sinónimo de negativos, al contrario, podemos hacer de esta llegada el inicio de una relación fraterna armoniosa y placentera para ambos.
Dependiendo de la edad que posea este “futuro hermano mayor”, será la forma en que afrontará la llegada de este nuevo integrante, por lo que es de suma importancia tengamos en consideración en qué etapa del desarrollo se encuentra para ayudarlo a comprender de mejor forma la llegada de su hermano/a. No será lo mismo un “hermano mayor de 2 años, aún sin escolarizar, que uno de 5 o bien un preadolescente, ya que cada uno se encuentra en etapas del desarrollo distintas, con necesidades únicas y con formas de vivir el mundo que los rodea con diferentes grados de autonomía.
Ahora bien, sin profundizar en esto último, cabe destacar, que independiente de la diferencia de edad que posean, es importante hacerlos partícipe de esta espera y futura bienvenida, de modo que comiencen a vivenciar y fantasear con este pequeño nuevo ser. En este sentido, será importante, si la edad así lo permite, indagar sobre sus fantasías en relación a su nuevo hermano/a “¿Cómo se lo imaginan?, ¿Qué nombre le gustaría ponerle?, ¿Qué juguetes cree serán sus preferidos?, ¿A quién se parecerá”?, entre otros. Es decir validar su opinión en relación a este nuevo integrante. De esta forma ya lo estaremos incluyendo en esta nueva configuración familiar de manera constructiva y no como un rival que viene a quitarle su espacio.
Ahora bien, una vez que ocurre la llegada de este nuevo ser, comienzan a ocurrir los cambios. Paulatinamente, los padres, quienes anterior a su llegada, dedicaban la mayor parte del tiempo a su hijo “mayor” ahora tendrán que compartirlo. A nivel del pensamiento del niño entonces “los padres ya no son exclusivamente suyos, por lo que no están disponibles 100%”, lo que se puede convertir en un gran problema si es que no lo abordamos a tiempo.
En consulta, muchos padres llegan preocupados por lo que ellos denominan la “rivalidad” que existe entre los hermanos, quienes presentan un comportamiento bastante poco fraterno.
Antes de profundizar en la rivalidad fraterna como tal, es importante que logremos comprender el rol que ocupa un hermano en la vida de cada uno de nosotros. Volviendo a los inicios, la relación con nuestros hermanos será en muchos casos la primera instancia de sociabilización que tengamos con otro. Sabemos que los tiempos, la dedicación y nuestra rutina como padres se verá afectada cuando pasemos de uno a dos hijos o de dos a tres y así sucesivamente.
Aun cuando hayamos incorporado en la llegada de este nuevo integrante al ahora llamado “hermano mayor”, pudiesen presentarse una serie de conductas que sean un llamado de atención de que algo está ocurriendo entre ellos. En algunos casos, es esperable que existen algunas regresiones de parte de este hermano mayor frente al nacimiento de su hermano pequeño. La pérdida del control de esfínter, se encuentra dentro de las conductas regresivas más esperables considerándose una situación pasajera de adaptación a este nuevo integrante.
Ahora bien, cuando los pequeños comienzan a crecer, comienzan también a competir, lo que en algunos casos deja de ser una competencia “sana” y se torna bastante agresiva. Aunque parezca extraño, la rivalidad menos problemática es aquella que en algunos casos más alarma a los padres, me refiero a la agresión física que se produce entre los hermanos. Subrayo que resulta menos problemática que otro tipo de rivalidad, ya que en ésta al adquirir los niños mayores competencias y destrezas físicas, querrán imponerse sobre el otro, demostrando su dominio. Lo que si bien hay que mantener al límite, no hay que sobre-alarmarse ya que como comente anteriormente será con nuestros hermanos con quienes aprenderemos nuestras primeras normas de sociabilización. Aprenderemos por ende a compartir, perdonar, ceder, perder, ganar, etc. Es necesario entonces permitir momentos de discordia entre ellos, procurando ayudarlos a resolver de la mejor forma posible sus diferencias, sin que existan “preferidos o menos culpables”.
Hago énfasis en este último punto, ya que muchas veces los “hermanos mayores” son fuertemente reprendidos por sus padres, aludiendo a que ellos son grandes y no deben pelear con sus hermanos menores. Pero en muchos casos olvidamos que ellos también pueden haber sentirse pasados a llevar por los más pequeños, por lo que es importante mostrarse imparciales ante el conflicto, actuando como mediador y no exclusivamente en defensa de alguno de ellos.
Simplemente y a modo de introducción para un próximo capítulo, les comento que me parece de mayor relevancia, aquella rivalidad en donde el otro es anulado, es decir, en donde el hermano mayor rompe o corta el lazo con el más pequeño.
“Ignorándolo”, haciendo como que no existiera. En este caso, si estaríamos presente frente a una rivalidad más compleja, ya a nivel psicológico implica la necesidad del hermano mayor de “sacarlo de su mente” para continuar con su rutina, lo que a la larga le traerá una serie de conflictos por no saber compartir su espacio, su tiempo e incluso sus frustraciones. Este tipo de rivalidad sin duda nos alarma sobre el espacio que ocupa este hermano en la mente de sus padres y en como esto es vivenciado por el hermano más grande.
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