Los niños y la muerte

Babytuto

29 de mayo de 2015

Hablar acerca de la muerte es por lo general algo difícil y que se prefiere evitar; probablemente por el miedo a conectarnos con el dolor o por la errada idea de que al silenciar un tema lo haremos desaparecer. Más difícil aún es cuando son los niños quienes deben enfrentarse a esta experiencia, ya que por años la infancia ha sido asociada con un tiempo de “no saber” y de dejar fuera de temas relacionados con el mundo de los adultos. Afortunadamente, cada vez tenemos más conocimientos- y estamos más dispuestos a incorporarlos- de que la infancia es un momento en sí mismo, con especiales características y no sólo un estado previo para llegar a la adultez. Aunque pensemos lo contrario, los niños están bastante familiarizados con el tema de la muerte; lo que tardan sí en comprender son las particularidades que definen a la muerte, como estado irreversible, inevitable y universal. Las interrogantes acerca de cómo enfrentar el tema con ellos, surgen generalmente tras la pérdida de una figura significativa para el niño; momento en el que además la familia completa se encuentra afectada. ¿Cómo, qué y cuándo decirles?, ¿será mejor callar, para que no sufran aún más? Algunos padres suelen pensar que ocultando información a sus hijos podrán mitigar el dolor, e incluso realizan enormes esfuerzos por intentar esconder un estado afectivo inevitable tras la ausencia de un ser querido. Si bien no existen manuales acerca de cómo enfrentar una experiencia tan intensa y única; es posible compartir ciertas pautas generales que podrán orientar a los padres al enfrentar a esta experiencia. En primer lugar, es importante saber que las respuestas de los niños ante la muerte tendrán características distintas a las de los adultos, y que éstas variarán dependiendo de la edad o momento del desarrollo. Antes de los 3 años, los niños aún desconocen el concepto de muerte propiamente tal, pero si logran percibir la ausencia y los cambios en su entorno, especialmente el dolor de sus padres o cuidadores. Reaccionan ante la pérdida generalmente con irritabilidad, cambios en sus rutinas, conductas regresivas, desesperanza y desapego. Es importante por tanto, que el niño cuente con alguna figura cercana capaz de continuar realizando contención y que se muestre emocionalmente disponible para él. Intentar también que el entorno inmediato se mantenga con las menores variaciones posibles; y como ya es sabido, perder el miedo a contarle al niño acerca de lo sucedido, de la pena que acompaña, a pesar que aún no pueda expresarse verbalmente. Desde los 3 años, los niños ya comienzan a comprender el concepto de muerte, sin embargo aún no comprenden que se trata de una situación irreversible. El egocentrismo y el pensamiento mágico suelen caracterizar su actuar, por lo que es común que puedan sentirse “culpables” por la muerte, ya que pueden interpretarlo como un castigo, por ejemplo por haberse “portado mal” con la persona fallecida. También tienen mucho interés en conocer detalles concretos acerca de la muerte, saber por ejemplo si los muertos comen, van al baño, etc. Fundamental es por lo tanto hablarles con la verdad y evitar metáforas que pudiesen confundirlos aún más; los niños son concretos y pueden comprender algunas frases literalmente. Ya desde los 6 años, por lo general logran comprender que se trata de una situación irreversible, pero no aún universal. Pueden pensar que ellos o sus familiares más cercanos estarán a salvo y es común que pregunten a sus padres si ellos también morirán, cuestionando así la “seguridad” de la vida. Es posible también que interpreten la muerte como un castigo y que incluso la personifiquen a través de personajes de fantasía. A medida que van creciendo, la comprensión acerca de la muerte será cada vez más completa, pero no por eso menos compleja. Las reacciones ante la pérdida siempre serán diferentes, ya que hay muchísimos factores involucrados. Más allá de edades, comparto algunas pautas que podrán orientar en la manera de enfrentar la muerte con los niños:
  • Hacerlos partícipes de los ritos fúnebres. Al igual que en los adultos, los ritos ayudan a simbolizar una experiencia tan abstracta como la muerte y permiten hacer un cierre.
  • Hablarles con un lenguaje sencillo y cercano, no confundirlos con explicaciones demasiado elaboradas.
  • Estar disponibles para contestar sus preguntas.
  • Que los adultos que lo rodean sean capaces de hablarles de su tristeza. Los niños son tremendamente sensibles a los cambios en su entorno, perciben afectos y emociones.
  • La tendencia al llanto aumenta con la edad, recordemos que los niños suelen manifestar su tristeza a través de irritabilidad, cambios conductuales o quejas psicosomáticas.
  • Animarlos a hablar acerca de sus emociones y sentimientos en relación a la persona que ya no está. Al igual que en los adultos, el poner en palabras es en sí mismo algo terapéutico.
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