La relación padre e hijo: jugar sin miedos

Babytuto

2 de marzo de 2015

Por Ludocori La generación paterna actual por lo general tiende a ser sobreprotectora, pero contrario a lo que se podría pensar, se muestran poco propositivos a la hora de relacionarse con sus hijos, prestándole más atención a sus teléfonos que a ellos. En el libro "El arte de los juegos bruscos": el viejo estilo de estos juegos y por qué los niños los necesitan”, los autores proponen a los padres realizar con sus hijos movimientos fácilmente ejecutables para sacarlos del sedentarismo y estrechar relaciones familiares, argumentando que "los niños se desarrollan mejor cuando ocupan su mente y su cuerpo al máximo. Con estos juegos reciben los beneficios de la actividad física y el cariño de sus padres". Además, desdramatizan el hecho de que los niños sufran golpes, ya que los moretones y rasmillones son normales en la infancia. A cambio de un hematoma, la relación padre e hijo se fortalece y los niños ganan una serie de habilidades para su vida, algunas de las cuales serán cruciales cuando sean adultos. Los autores aseguran que este tipo de juegos tiene múltiples beneficios para padres e hijos. Ayudan a desarrollar su inteligencia, ya que cuando un niño juega por ejemplo a la “guerra de almohadas”, ve reacciones nuevas y desconocidas en él que le ayudan a recrear el mundo que le tocará enfrentar. "La verdadera inteligencia no es la memorización de datos, sino la forma creativa para adaptarse a nuevas situaciones", aseguran. Durante este proceso de aprendizaje, el niño activa zonas de su cerebro a través de las que se construye la inteligencia. Los juegos físicos también mejoran la sociabilización, ya que la actividad física les ayuda a ser más espontáneos, los hace capaces de distinguir las actitudes del resto, entregándoles habilidades sociales y otorgándoles más posibilidades de ser líderes y resolver conflictos, aprenden conceptos de liderazgo y negociación, necesarios para la vida profesional y las relaciones duraderas. Los niños también son más empáticos y desarrollan mejor su inteligencia emocional, aprendan a leer las emociones del resto y saber cuándo una persona se dirige a ellos de manera agresiva o lúdica. Aunque suene obvio, también fomenta una buena forma física de ambos. En etapas tempranas de desarrollo estas actividades son un proceso complejo de aprendizaje que implica coordinación, concentración, autocontrol, capacidad cardiovascular y flexibilidad. Los autores dicen que evolutivamente los humanos están diseñados para participar de actividades físicas, por lo que el cuerpo y la mente están más plenos cuando entran en esta dinámica, lo que nos da como resultado niños más felices. Además, les permiten desarrollar un mayor autocontrol y menor ansiedad, ya que “durante estos juegos, los niños están cada vez más activos y excitados, pero después se deben calmar. Esto les ayuda a aprender a regular sus emociones", afirma Cohen, coautor del libro. Por último, pero no menos importante, los juegos físicos fortalecen la relación padres-hijos. Como hablar de "juegos bruscos" genera escozor en muchos padres, los autores aclaran que ellos no proponen juegos violentos, sino que de contacto físico y que mezclen una cuota de adrenalina y diversión. Una mezcla muy saludable y que permite estrechar la relación entre los padres y sus hijos, ayudando a desarrollar confianzas entre ambos. Otros temas que te pueden interesar:  ludocori juegos

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