Cómo enfrentar la muerte de un hijo

Babytuto

17 de noviembre de 2014

En términos generales, afrontar la muerte de las personas que queremos es muy difícil, pero cuando se trata de un hijo, es lo más difícil que una persona puede vivir. Aunque sabemos que las personas pueden morir a cualquier edad, estamos preparados (aunque tampoco  lo estamos realmente) para afrontar la muerte de nuestros abuelos, luego nuestros padres o tíos, luego de nuestros amigos, pero no de nuestros hijos porque después de verlo nacer, quererlo, estar con él todos los días y amarlo sin límites parece ser realmente imposible tener herramientas para afrontarlo. La psicóloga infanto juvenil y de terapia familiar, Francisca Hernández, responde a varias preguntas que servirán como guía, ya que claramente, un momento como el fallecimiento de un hijo no tiene solución o receta para superarlo. ¿Cómo reaccionan los padres?  Frente a un duelo, cada persona tiene diferentes reacciones, o diferentes tiempos para digerir el hecho de que el hijo de pronto ya no está más. El vacío es demasiado grande, pero en la primera etapa del proceso que vive la familia a partir del momento de la muerte del hijo,  todo es muy confuso: recién acaba de suceder y los padres aún no alcanzan a darse cuenta realmente de lo que pasó, cuando es el momento de realizar un funeral lleno de personas abrazándolos y otorgándoles sus condolencias. Las personas empiezan a hacer preguntas, “¿pero qué fue lo que pasó?”, y frente a eso se “debe” dar la debida explicación, la cual implica para los padres revivir una infinidad de veces ese trauma. Muchas veces las personas hacen preguntas acerca de lo que podría haber o no haber pasado, de lo que hubiera podido ser. Pero eso no ayuda en nada, lo importante es para los padres frente a esta situación intentar hacer lo que ellos quieran o necesiten hacer en ese momento: habrá días en que quieran estar acompañados de muchas personas, y otros días en que querrán estar solos. Es un proceso muy largo, que empieza el día de la muerte del hijo y no termina nunca, sólo que con el tiempo para algunas personas ese dolor intenso casi imposible de soportar para cualquier ser humano, se va convirtiendo muy paulatinamente en un dolor más llevadero. Entonces qué deben responder los padres a estas preguntas del entorno? Es muy relativo, porque depende de cada persona, de cada caso, de qué tipo de pregunta. Lo único es intentar que las demás personas respeten los ritmos de los padres y las decisiones que vayan tomando en relación a si hablar o no del tema, hasta qué punto, y en qué momento. Muchas personas se quedan con la imagen de los padres en el funeral, donde suele suceder que están “tranquilos”, pero esa “tranquilidad” no es real, es sencillamente que cuando se ven así hacia afuera, están en etapa de shock, no se ha logrado asimilar aún lo que realmente pasó. Por eso digo que ese momento es muy confuso, todos preguntando a los padres cómo están, pero ellos no lo tienen claro, porque las emociones no van al mismo ritmo que lo hechos. Cuando hablamos de este tema hay muchos factores en juego, todo el entorno se modifica, la dinámica familiar cambia para siempre, haya un hijo, dos, o más. Las personas suelen ponerse más irritables, menos tolerantes con los demás, y a ojos de los demás, “extrañas”. Es necesario conversar las cosas que sentimos cuando pasamos por un dolor tan intenso, pero también es válido dejar que uno de los miembros de la familia no hable si no quiere hacerlo, y contenerse entre todos. Habrá momentos de crisis, habrá angustia, habrán momentos en que se pondrá a prueba la paciencia y la tolerancia, pero todo esto es parte del proceso de duelo, que se supera de una mejor manera manteniéndose unidos y respetando los ritmos de los otros. Contener a los demás y a la vez ser contenido. Si existen hermanos, ¿qué se debe decir? ¿ cómo afrontarlo? Esta pregunta es muy importante porque a los padres les surgen preguntas como ¿qué hacemos? ¿cómo decírselo? ¿cómo explicarles que la familia cambió para siempre?. En el caso de una enfermedad larga del hijo fallecido, es muy diferente la relación de los padres con el resto de los hermanos, ya que cuando el fallecimiento ocurre de manera abrupta producto de un accidente el cómo decirlo o afrontarlo dependerá de las diferentes etapas del  desarrollo. Un niño preescolar, que tiene un tipo de pensamiento en el cual sólo es capaz de dimensionar lo que ocurre en el aquí y en el ahora, va a entender y procesar la situación de un modo muy diferente que un niño de diez años, que es capaz de reflexionar y dimensionar los tiempos, aunque en otros aspectos sigue siendo concreto y con su madurez emocional en desarrollo. Francisca resalta que en relación a seguir teniendo la pieza, en términos generales no es sano, porque implica aferrarse afectivamente a lo material siendo que la persona ya no está ocupando ese espacio y la única manera de poder elaborar el duelo es seguir adelante. Sin embargo, hay que darse el tiempo que sea necesario para hacer estas cosas, no se trata necesariamente de que el hijo se haya ido y a la semana siguiente las cosas ya no están, y se guardó todo elemento que le recuerde. Cada familia hará este proceso a su propio ritmo, a mi parecer, creo que es bueno guardar algunos recuerdos de la persona, o poner algunas fotos en la casa, pero sin invadir cada espacio con un recuerdo del menor. Si existe la posibilidad, más adelante, de cambiarse de casa, puede ser un elemento sanador para la familia. Y sino, igualmente sanador es re-decorar los espacios, porque los rituales ayudan a elaborar los duelos de mejor manera. ¿Es posible superar el dolor? En relación a superar el dolor, la especialista postula que según su parecer no se supera, pero sí pasa de ser insoportable a llevadero, aunque el vacío que provoca una pérdida así es algo con lo que después de mucho trabajo las personas tendrán que aprender a vivir. ¿Cuánto dura el duelo?   En relación a la duración del duelo, las teorías de la Psicología del Desarrollo expresan que un duelo normal debiera durar seis meses, y que más allá de eso pasa a ser un “duelo patológico”. Sin embargo, la psicóloga infanto juvenil y de terapia familiar expone que no comparte esta teoría. Para ella, un duelo normal, sobre todo si se trata de un hijo, debiera durar por lo menos un año, porque la familia va a experimentar el pasar por una navidad, un cumpleaños de cada uno de los miembros de la familia, un dieciocho, y cada una de las fechas importantes en que toda la familia se reúne. Después de transcurrido ese año, creo que se puede hablar de cerrar una importante etapa que es la vivida con ese hijo, y después de pasar todo un año con los rituales correspondientes sin su presencia, es cuando se empieza el proceso de sanación. Pero Francisca es enfática al decir que ella no hablaría de “duelo patológico”, porque la pena frente a la pérdida de un hijo es demasiado grande, generando un nivel de angustia indescriptible. Lo importante es que la familia esté contenida y busque las redes de apoyo con las cuales se sientan cómodos. Además cada integrante de la familia, puede aferrarse a diferentes personas o posibles soluciones para superar el dolor. La psicóloga infanto juvenil y de terapia familiar, Francisca Hernández, aportó información valiosa para desarrollar este artículo.  Otros temas que te podrían interesar:  muerte de un hijo  

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