Dejar el hábito de fumar es un paso complicado que muchas mujeres deben enfrentar cuando se enteran que están embarazadas.
Un estudio realizado por el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades, arrojó como resultado que los bebés de mamás fumadoras tienen entre un 20 % y un 70 % de probabilidades de nacer con problemas congénitos al corazón o la obstrucción del flujo sanguíneo del ventrículo derecho a los pulmones.
Como no existe un nivel “seguro” de consumo de tabaco durante el embarazo, se recomienda dejarlo absolutamente. Fumar cerca de cinco cigarrillos al día implica exponer al feto a unas 7 mil sustancias tóxicas, que pueden afectar seriamente su crecimiento y desarrollo.
Algunos de los problemas que puede tener el bebé de una madre fumadora son:
- Malformaciones congénitas, como labio leporino, paladar hendido, o malformaciones cardíacas.
- Síndrome de abstinencia a la nicotina al nacer, siendo niños muy irritables.
- Tener más probabilidades de padecer muerte súbita, aumentando al doble.
- Sufrir infecciones respiratorias, como bronquitis, neumonía u otitis.
- Nacer prematuro y bajo peso.
- Desarrollar problemas psicológicos como trastornos de conducta, déficit atencional, entre otros.
Además, las madres fumadoras tienen más riesgo de sufrir abortos espontáneos, o tener menos leche para amamantar, por mencionar algunos trastornos.
En caso de que la mamá lo sea, es importante contar con el apoyo de la pareja, familia y amigos, con el objetivo de evitar estar en un ambiente que incentive el hábito.